domingo, 1 de julio de 2007

Los de bichos, gracias por su ayuda

Comida de las 2:30 a.m

Los bandos de mosquitos escogen sus aliados. Ellos habrían querido tener genitales y escuchar voces mojadas subiéndoles por el cuello. Que se les carcajearan por dentro, repetidamente, hasta agotar las luces, hasta vaciar sus larvas; verlas flotar quietas por las habitaciones. Porque las larvas de mosquitos son un espectáculo impresionante en la madrugada. Ahora solo saben introducirse con furia sobre la piel mojada, dejando su rastro de sangre. No es culpa de los mosquitos que las últimas humedades no le pertenecieran a su fascinante atmósfera de larvas.

Comida de las 5 p.m.

Cuento las moscas de la mesa como si me pertenecieran, mi pequeño circo sobre lo que continúa vivo en el plato. Pienso en sus alas y se multiplican; el cuarto pasa a ser un cubo transparente de ala de mosca. En el bus vi una pareja transparente. Se lamían con cuidado para infectarse sólo lo necesario. Se bajaron dos paradas antes de la mía. Dejaron los asientos vibrando y una ausencia en el oído. Ahora hay diecisiete moscas chocando precipitadamente. Se empiezan a quebrar las paredes de ala por el silencio. El asiento de al lado no vibra, el plato de la mesa se ha terminado de morir y no hay nadie que vuele, solamente lo necesario.

2 comentarios:

Luis dijo...

quedaron muy chiva, mae. En especial me gusta el segundo.

Floriella dijo...

Quedaron chivísima, preciosa. Esto de los meetings para operar me encanta.